24 de noviembre de 2009

Un año




El blog cumplió un año. Ni siquiera recuerdo el día en que esto comenzó, pero sí las motivaciones.

Fundamentalmente tenía que ver con personalizarme. Hace un año trabajaba en un diario en el que mi persona había quedado suspendida para ser una anónima que escribía sobre otros y para otros. Escribía tanto que a veces olvidaba lo que me pasaba. Estaba absolutamente conmocionada ante hechos ajenos, sucesos que no me eran propios y necesitaba pensar y hablar de mí.

Estaba (y aún permanezco) en una provincia a la que no siento propia, habitando un no lugar y en ocasiones pasándola mal.

El blog intentaba no ser un diario íntimo, pero sí un borrador para poder ver de afuera lo que era Fernanda.

Mi persona es un gran personaje y regularmente olvido respetar la línea divisoria entre la persona y el personaje y no quiero ser embebida por el dibujo. En ocasiones sólo quiero ser la persona, sin estructuras, sin que se espere algo de mí y sobretodo, sin importarme lo que otros piensan. Empresas complicadas si las hay.

Noviembre del 2008 era la despedida de un año para el olvido. Eran épocas en las que apenas empezaba a sobrevivir a una relación que me había dejado agotada, lastimada, con dos trabajos que me ponía los nervios de punta y una carrera que no podía manejar. Eran épocas en las que re aprehendía a vivir con mi padre, cargando con la molestia social de sentir que debía vivir sola como una adulta, pero sintiéndome bien al estar protegida como una niña.

Noviembre se perfilaba como un mes complicado, complicado para mi persona que comenzaba a sentirse sola, enterándome de la muerte del hombre que más amé en mi vida y completamente incapacitada para hablar de la pérdida.

Quería pensar en lo que era y estaba olvidando, sin siquiera saber que algo de esto podía ser leído (vaya torpeza!).

Cuando hubo más de dos comentarios, cuando mis amigos hablaban sobre los escritos o cuando me llamaban preguntando si pensaba matarme, me sentí abrumada y empecé con escritos que no quería, otra vez el personaje salía en la absurda defensa de la persona lastimada. Fue un accionar típico en mí, esto de esconderme en la mina superada, algo frívola, gritando que sólo quiero preservarme ante heridas futuras. Y ya no quise escribir, no tenía ganas de mentirme también en el blog, por eso lo abandoné y los escritos comenzaron a amontonarse a medio escribir, a medio destruir, en el cajón de la mesa de luz.

Hace dos meses abandoné el diario y me encontré con el recuerdo del sujeto amando y perdido, pero ya no quería hablar de él. Me encontré con las mismas intenciones de huir de este lugar que no me pertenece, otra vez en un punto muerto, algo cansada, pero jamás abatida.

Y aquí ando de nuevo, a un año de mi anaquel de zapatos, esperando dejar de mentirme para volver a escribir, esperando dejar de pensar que el no comunicarme me preservará, esperando dejar de creer que las personas me quieren herir y ante todo, esperando poder hablar de mi, festejando mi ego para entender lo que soy, entender a Fernanda más allá de mi persona, porque después de todo soy lo que quiero ser y estoy donde quiero estar, siendo una conflictuada, algo contradictoria y una cachivachera por excelencia.




(Voy a soplar mi velita del primer año, pero prometo no confesar mis deseos, como en el escrito de mi cumpleaños, sino me sale todo se va al carajo jajaja).

14 de noviembre de 2009

Canción de domingo XI

Me va la vida en ello
Cierto que huí de los fastos y los oropeles
y que jamás puse en venta ninguna quimera,
siempre evité ser un súbdito de los laureles
porque vivir era un vértigo y no una carrera.

Pero quiero que me digas, amor,
que no todo fue naufragar
por haber creído que amar
era el verbo más bello…
dímelo…
me va la vida en ello.

Cierto que no prescindí de ningún laberinto
que amenazara con un callejón sin salida
ante otro “más de lo mismo” creí en lo distinto
porque vivir era búsqueda y no una guarida.
Cierto que cuando aprendí que la vida iba en serio
quise quemarla deprisa jugando con fuego
y me abrasé defendiendo mi propio criterio
porque vivir era más que unas reglas en juego.


Luis Eduardo Aute.

13 de noviembre de 2009

De buenas ideas y malos negocios


En la frustrante empresa de sentirse vacía al no obtener el objeto deseado es fundamental, como primer paso, elegir a un hombre cobarde. Desde allí el camino hacia la destrucción será directo e inevitable.

Punto número dos: debes crees fervientemente que ese hombre cambiará, y lo moldearás, pero debes engañarte diciéndote que lo aceptas tal cual es. Sin embargo, el cobarde podrá intuir la falsedad, y será uno de sus guiños para huir. Porque un cobarde es un gran maratonista.
Punto número tres: enamórate. Este paso es fundamental para sentir habitar el plexo solar por instantes y caer un pozo, muy profundo y maloliente al segundo.
Cuatro: si ese hombre viene de una derrota vincular, mejor, es ideal para cagarte un par de días.


El final es predecible, cíclico: no sos vos, soy yo. Y el discurso se repite.
Hasta tener ganas de nada. Una vez más se cerrará por derribo, pero abrirá la próxima semana, porque cobardes hay a montones y la comedia humana nunca te deja sin material.