De qué hablar. Tras 14 días de pleno reposo la práctica se evapora. El oficio cotidiano me abandona.
Paisajes nuevos, viejas amigas, alcoholes, un poco de familia, otro poco de hombres, sumando kilos. Tanto y tan pocas ganas de buscarles una historia.
Hoy con frío y tiempo que sobra y mañana será escaso. A horas de volver a la rutina que me consume, a la dieta que es una constante.
A instantes de volver al pseudo escritorio desde donde veo pasearse al mundo entre bombas, ataques, discursos. Mientras me muerdo el lado izquierdo del labio inferior ante la barbarie que me conmueve.
“Resumiendo, sabés dónde estoy”. Sabina empieza a coronar las noches frente a la maquinola, a la derecha del cenicero con su correspondiente cigarrillo.
He vuelto, con los mismos dolores de espalda y parece que nada cambio. Sólo mi placard se engrosó. Con varios minutos menos de existencia.
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