La disfruté caminando en pijamas y pantuflas, arrastrando un perchero de donde pendía la ropita con la que vestía a mis muñecas en escala real. El Virla y aquel desfile que fue la consagración de la diseñadora que ahora duerme en el taller. Anduve también en bata con extraños peinados y kilos de maquillaje, cuando la modelo era yo.
O en camisón cuando combatía mis estragos con una Big Mac y helado.
La anduve ebria. Comiendo los mejores sándwich de milanesa del planeta con sangría en el tugurio de Bigotes. Tuve un galán sentado en “El Empuje”. Qué bonito era Tomás.
Disfruté mientras un novio que se iba y un estrago que llegaba discutían sobre mi afición al pepino en la hamburguesa.
La caminaba todas las mañanas, de zapatillas, tacos, cargando mis chirimbolos y aquel pesado tablero.
Y con Jose y algunos cafés mientras yo construía universos que ella dinamitaba.
La anduve de zapatillas con ese galancito retro e infantil que me llevaba a los fichines.
Pasé por el maxi kiosco, cuando vender alcohol a la madrugada no era una contravención y cuando el dólar me permitía fumar importados.
La visitaba mirando aquella vidriera con productos inaccesibles para mi status de estudiante.
Y pasé por la puerta del correo, lo recordé a Gastón vendiendo artesanías y yo acompañando con mis dibujos.
Al frente “Il Postino”, en el que guardo miles de desayunos con mis frívolas amadas de diseño.
En 7 años no había notado la impronta que tiene en mí la “25 de Mayo”. Kilómetros de huellas de todos mis calzados dejé ahí. Y hoy la caminé y en cada bache, que aún permanece, en cada media cuadra, en cada esquina me encontré. Siendo esa estudiante conflictiva que odiaba la ciudad que tan mal me recibía.
Y de repente llegó el recuerdo de Homero con nuestros paseos a la madrugada tras una lluvia tucumana, con un helado para él y otro para mí.
Después de dos años de no vivirla, hoy me encontré. Y vislumbré gotitas de recuerdos felices que desconocía que tenía guardado en alguna cajita de mi primitiva memoria. Y amé Tucumán. Fue un golpe con toneladas y toneladas de recuerdo. Sonreí, levanté la cabeza, disfruté dando mis largos y toscos pasos. He cerrado una deuda, he curado una herida. Tucumán ya no duele.
15 comentarios:
Qué lindo que no duela, Fer, porque algún día tenemos que revivir otros tantos viejos momentos por esas calles tucumanas... Beso grande!
Y me acordé de un montón de otras cosas!!!. Si, Lore, deberíamos recorrer esas calles con alcohol, cigarrillos y sin culpas jajaja.
Las ciudades están echas de calles y recuerdos…
La verdad que esa arteria despierta remembranzas de casi todas las edades. En las escaleras del correo di mi primer beso a la salida de la escuela, yo termine en la Federico Helguera y a la salida caminábamos hasta ese “tontodromo” en que se volvía los medio días de los viernes.
Gracias por el disparador…
La verdad, está bueno como disparador, no lo había pensado.
Esa 25 grita recuerdos de un montón!. También tengo historias de la Ildefonso Muñecas ja.
Gracias "querido extraño" por andar por estos lares.
Para mi es un gusto leerla.
No hay que olvidar la calle San Lorenzo en toda su extensión, ni ese sótano llamado "Sicario", tan literalmente underground.
Beso grande.
No hay que olvidar la calle San Lorenzo en toda su extensión, ni ese sótano llamado "Sicario", tan literalmente underground.
Beso grande.
Te acordás de Sicarios?!!!!!!!!. Qué tucurio!, qué vinos que nos tomamos ahí Javier!. Era un sótano, con un ventilar de pie y mucho olor a faso jajajaja. Qué bar!, qué emblema!. Casi me hacés llorar al recordarlo! jajajaja.
Sicarios quedaba en la que es paralela a la San Lorenzo, me olvidé el nombre de la calle.
Qué lindo saber de vos Javier!.
Rafa: Ahí saqué la verificación de la palabra.
Ta loco Sicario, eso sí que era un bar!.
Te acordás de Sicarios?!!!!!!!!. Qué tucurio!, qué vinos que nos tomamos ahí Javier!. Era un sótano, con un ventilar de pie y mucho olor a faso jajajaja. Qué bar!, qué emblema!. Casi me hacés llorar al recordarlo! jajajaja.
Sicarios quedaba en la que es paralela a la San Lorenzo, me olvidé el nombre de la calle.
Qué lindo saber de vos Javier!.
Rafa: Ahí saqué la verificación de la palabra.
Ta loco Sicario, eso sí que era un bar!.
Sicario quedaba en la calle Crisóstomo Álvarez, exactamente donde quedaba la parada de la línea 6 y casi al frente de la fotocopiadora, donde los profesores dejaban los apuntes.
Me quedé pensando en el nombre de la calle. Y había concluído que se trataba de la Congreso. Pero es cierto que vos tenés mejor memoria que yo. Y sí, Usted tiene razón. Ahí tomaba el colectivo Tobias jajaja.
Cada vez que paso por la puerta de Sicario se me planta un lagrimon. Lo administraba el gordo Bladi de Alem cuando era gordo y yo asistía ahí cuando yo era flaco... QUE BUEN ANTRO POR FAVOR. Esos años dorados en la noche era hasta las 9 o diez de la matina!!!
Qué lindo post! Y qué lindo cerrar esas deudas.
Te mando un abrazo y un gusto conocerte/leerte.
Creo que la última vez que fui a tomar un feca a Il Postino -a pesar de que lo tengo a tres cuadras de mi casa- fue con vos, esa vez que nos sentamos en la mesa que da al ventanal lateral grande de la 25. ¿Cuándo lo repetimos?
Juanjo: Eso fue en el siglo pasado!. Lo vamos a repetir. Me fijo cuándo es mi próximo curso de posgrado y te aviso así nos veamos. Porque ahora viajo, pero sólo llego a la facultad y vuelvo.
Más que repetirlo hay que mejorarlo.
Besos.
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