Un “te extraño mucho”, seguido por: te amo de verdad, más un “no tienes que temer nada de nada malo”, sazonado con: yo te elijo 100 por ciento y duele el recuerdo, la herida que no cierra. Los mensajes retumban y vulneran una y otra vez. Nublan la visión. Demasiados por qué. Quería ser. Abrazando la nada. El “te extraño” estalla contra una mente que no comprende la desidia. La madrugada es una pésima compañera de nostalgias. Qué habría sido. Qué harás ahora. Cómo estás. Qué paso. ¿Te dolerá tanto como a mi?. Silencio.
Fue un sábado, similar al de hace 16 años. Fue un “hasta mañana” sin retorno.
“Ya pasará” es la frase de cabecera actual. Y no pasa, no se va, la reminiscencia no perece.
“Nena nadie te va a hacer mal, excepto amarte”. Hizo mal. No era necesario.
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