18 de octubre de 2010

Mientras


12 del mediodía, mientras me baño pienso en que si quiero fumar tengo que salir a comprar cigarrillos, qué fiaca. El “mientras” es un fonema muy usado por mí, hago muchas cosas a la vez mientras pienso en lo que tengo que hacer luego.
Mientras me visto escucho, a los lejos, un cachorrito llorar, supongo que es de Federica, me apuro, bajo, efectivamente era uno de nuestros cachorros asoleándose en el mediodía santiagueño. Lo junto con sus hermanos perros, doy de comer a los adultos, mientras pienso cómo es que llegó el cachorro a alejarse tanto de su cucha camino encarando la puerta, salgo a la vereda, mientras cruzo la calle siento el viento (caliente) extraño, siento mucho pelo en la espalda, miro hacia abajo: alpargatas, pantalón, corpiño… sólo corpiño.

17 de octubre de 2010

Esto es la felicidad: un par de amigos, un trabajo que me hace felí, una cara que no se ve en los productos, muchos abrazos, grandes diálogos.
Qué más le puedo pedir a la vida?... sí, le puedo pedir más, pero hoy no. Hoy sólo quiero ser feliz con la banalidad de lo cotidiano.

15 de octubre de 2010

De trabajos indeseables

Entre la lista de trabajos que odiaría hacer definitivamente se ubica en el top five el de promotora barra entregadora de folletos en la vía pública. ¡Puta madre!, ¡sólo con nombrar lo que no quiero es suficiente para que lo tenga! Y ahí estaba el viernes a la noche, en un microcentro atestado, entregando folletos.
Me avergüenza la exposición pública, desearía medir 1,50 de altura, pero siguiendo con la línea de “pronuncia lo que aborreces y lo tendrás” mido 1,78 descalza, pasar desapercibida es una utopía para mi.
Éramos dos, la de calza más tímida que yo pero con mejor actitud. Al menos ella parecía una promotora de culo grande, yo un ogrito con folletos en la mano. Ella decía “señora” y estiraba la mano, yo proclamaba “tomá” y fruncía el seño. Y recordé la imagen del film Pach Adams, cuando el personaje principal se colgaba de una rama y saltaba al encuentro de los transeúntes para analizar sus reacciones, y vaya que los míos reaccionaban positivamente, quizás por temor ante mi seño fruncido, por curiosidad o simplemente por automatismo. Tras condenar al folleto a morir en la mano de esos extraños repetía entre mi: “Más vale que lo agarraste” y luego venía el testeo: “fijate si lo lee sino le llenamos la cara de dedos”. Para buena fortuna de los peatones los folletos eran leídos.
Al terminar mi larga y agotadora faena, sentada a la mesa de un bonito bar, entre risas comentaba: mierda che, tres títulos universitarios, un doctorado en camino y mirá dónde me encuentro, repartiendo folletos en la calle jajajajajajajaja… ¡y me divertí tanto!

11 de octubre de 2010

Bajo presión (al volante)

Durante años evité la engorrosa tarea de aprender a manejar. Ya a los 12 solía volver caminando porque no obedecía cuando mi hermano me pedía sacar el pie del acelerador, a los 15 rompí la caja de cambios (¿se llama así?) cuando le robé el auto a papá, a los 17 casi mato de un infarto a mi cuñado en un giro tipo picada que me resultó de lo más divertido. Era joven, no sabía lo que hacía. Y hace 11 años que no subo del lado del conductor, he tenido miles de excusas para evitarlo, pero ahora con tantos bártulos y camioneta nueva es ineludible el asunto.

El que enseña.
Con papá el vínculo que nos caracteriza es el de odio-amor-odio y no suelo ni compartir un café con él porque intentará ponerle azúcar, cuando no consumo dulce hace 18 años y eso desencadenará una pelea sin fin ni tregua. O porque expondrá algunos de sus conceptos, según yo necios y se viene la batahola y todo mal, así que evitamos el contacto directo. Claro, mi malhumor es un legado de él. Casualmente me vine a elegir el profesor ideal, mi padre es el hombre con menos paciencia del universo y yo su heredera.
Manejar con papá es como ir por un campo minado, desde que meto la primera hasta que le devuelvo la camioneta es una sucesión de: ¡Poné segunda pelotuda!, ¡dale con la tercera!, ¡¡¿No ves que el motor te lo está pidiendo?!!, ¡¡¡¡¡cómo vas a frenar con el pie izquierdo!!!!!, ¡¡¡¡dejá de tocar la palanca como remissera!!!!, ¡Dejá de reírte!, ¡sacá la cuarta!. Estos negros de mierda, dejalo pasar, si los atropellas hay que pagarlos como nuevos.
Hoy aceptó que para ser mujer lo hago bastante bien, sin embargo la pereza es uno de mis pecados favoritos, quizás me resigne y decida seguir trasladándome con chofer, pero seguro que a la paciencia la gano y lo que me estoy riendo al verlo nervioso a mi padre es de no creer.
Papá me esconde la llave de la camioneta, pero el Toyota Corolla nuevecito de él, con caja automática, me guiña un faro desde el garage, en estos días le robo el auto para que aprenda a no ser mezquino y para que grite un poco más.


6 de octubre de 2010

Novedades

Federica tuvo 7... 7!!! cachorritos!. (En la imagen iban 5 y hubo dos sorpresas más)









El viernes inauguran la primera franquicia de Fetiche-fo.








Tengo camioneta nueva.
La vida me sonríe y me cuesta dejar de mirarla de reojo con desconfianza.