31 de marzo de 2009

X comenzó

Pese a que su historia fue triste, X creció creyendo que todo sería compensado al encontrar a su príncipe azul. Lo cursi de su certeza estaba vinculado a los relatos de Disney que tanto disfrutó en su infancia (No haber conocido antes a la Escuela de Frankfurt!).
X estaba segura de que ella tendría su final feliz.
El primer sapo que conoció la consumió en el idilio. Tenía 15 años y se negaba a aceptar que el amor también dolía. Ese fue el primer eslabón de su infortunio amoroso. Maxi fue sólo el principio.
X construyó un sentimiento platónico, en el que encontró la excusa para llorar durante tres años.
X no sospechaba los terribles hechos que sucederían algunos años después, sin embargo, comenzaba a creer que llevaba un nombre desgraciado.
X se pasó la adolescencia llorando la no correspondencia del sentimiento. Aún faltaban Darío, Daniel, Claudio y algunos más.
Esto recién empezaba.

Tengo una duda

¿Qué lleva Cristina en la cartera?
¿Las llaves de la Rosada?
¿Los documentos?
¿Pañuelos descartables?
¿La cámara digital para fotos cholulas?, te la imaginás?, “pará pará, una foto con Huguito!”.
¿Un anotador con lapicera?.
¿Brillito de labios?.
¿Alcohol para limpiarse el cariño de los desposeídos?.
¿La llevará para que sepamos que sabe combinar con los accesorios?

Tiene un par de secuaces lamebotas detrás de ella, para qué carajo quiere la cartera.

30 de marzo de 2009

Génesis de X


Cuando X llegó al mundo el termómetro registraba 7 grados bajo cero, era medianoche. Nació por cesárea y era hembra.
La hermana solterona de su madre tomó al pequeño pedazo de carne rosado y lo bautizó Fernanda, María Fernanda. Tal como ese antiguo enamorado que ya no estaba con ella. Ahí comenzaron los sucesos extraños en la vida de X. Una vida marcada por la sucesión de la desdicha.






Changuito de solterona

Coca cola Light, pañuelos descartables, comida congelada, seis huevos, tres manzanas rojas, dos verdes, perchas, regalos para amigas embarazadas, CD de Ismael Serrano. Suficiente para sobrevivir una semana

25 de marzo de 2009

Nunca más


Nunca más la violencia para callar ideales.

...Parece que no aprendemos*.


(¿Era necesario?)




*En una protesta, cientos de personas recorrieron el martes las calles céntricas de la ciudad de Neuquén para repudiar el golpe militar de 1976, y reclamar justicia y castigo a los culpables por la desaparición y la tortura de personas.
La manifestación concluyó con graves incidentes, debido a que un grupo de 50 encapuchados dañó la fachada del Comando, al arrojar durante casi media hora piedras y bombas molotov contra las puertas y las ventanas del edificio.










20 de marzo de 2009


Fue una visionaria. Hace más de 40 años descubrió que un marido puede ser un estorbo.
Aquella vez que él decidió obnubilarse con una extraña, lo dejó ir. Pero jamás regresar.
Los recuerdos de mi niñez se suicidaron, sin embargo ella sobrevivió. Y me veo, 20 años atrás zurfilando ruedos que ella cosía. La veo poniendo empeño, intentando enseñar tejar a esta zurda bruta. Y me convirtió en ambidextra.
Ella quería ser periodista, pero sin marido, 4 hijos y en siglo pasado, era una utopía.
El primer botón que cosí fue simple iniciativa de ella. El primer libro que conocí era de ella. Eso sí recuerdo: el perfume que habitaba entre esas hojas amarronadas. Hoy no me resulta extraño encontrarme con la cabeza entre viejas páginas buscando ese recuerdo.
Los momentos de castigo eran maravillosos. Porque Matías (mi primo) me escupía y yo iracunda (atributo que aún conservo) enfurecía. Mi penitencia la pagaba en la biblioteca, Matías en el cuarto con videojuego.
La casa de mi Mamiemita era mi colonia de vacaciones. Sus hijos dividían las vacaciones de tal manera que ella tenga a sus seis nietos. A mi me tocaba la temporada con Matías (el guanaco) y Florencia (la hermana del guanaco).
Yo solía ser una niña seria, abstraída y boca sucia, según cuentan. Mi divertimento consistía en perseguir a mi abuela en sus quehaceres de ama de casa.
Siendo pequeña me regocijaba leyéndole “Selecciones” y “La Gaceta”.
Ella era una gran contadora de historias. De sonrisa pequeña y andar medido.
Mi abuela es ciega, sin embargo tiene la imagen de su casa perfectamente estructurada. Se mueve entre el recuerdo.
Por torpezas familiares estuvimos separadas once años. Cuando pude perdonar los errores de los adultos volví, siendo yo una adulta.
Hoy, mientras me mira sin verme le pido perdón en silencio por haberla privado de ver crecer a la nieta que más se le parece.
Mi Mamiemita siempre me recuerda las cosas que olvido de mi, porque ella no es de esas abuelas que cree que sus nietos son entes perfectos. Ella sabe que nos mandamos cagadas y cuando ocurre sabemos que llamará para recordarnos que las cosas feas pasan, que un nieto de ella se levanta, que aunque duela, hay que intentarlo otra vez.

16 de marzo de 2009

Mirá lo que encontré

Encontré esta foto de mi persona siendo niña. Me llenó de ternura. Y ante todo me extrañó encontrarme en un niña que ya no soy y casi no reconozco.
Qué bonita. Qué habré pensado en esos tiempos.

12 de marzo de 2009

Nostalgia



La disfruté caminando en pijamas y pantuflas, arrastrando un perchero de donde pendía la ropita con la que vestía a mis muñecas en escala real. El Virla y aquel desfile que fue la consagración de la diseñadora que ahora duerme en el taller. Anduve también en bata con extraños peinados y kilos de maquillaje, cuando la modelo era yo.
O en camisón cuando combatía mis estragos con una Big Mac y helado.
La anduve ebria. Comiendo los mejores sándwich de milanesa del planeta con sangría en el tugurio de Bigotes. Tuve un galán sentado en “El Empuje”. Qué bonito era Tomás.
Disfruté mientras un novio que se iba y un estrago que llegaba discutían sobre mi afición al pepino en la hamburguesa.
La caminaba todas las mañanas, de zapatillas, tacos, cargando mis chirimbolos y aquel pesado tablero.
Y con Jose y algunos cafés mientras yo construía universos que ella dinamitaba.
La anduve de zapatillas con ese galancito retro e infantil que me llevaba a los fichines.
Pasé por el maxi kiosco, cuando vender alcohol a la madrugada no era una contravención y cuando el dólar me permitía fumar importados.
La visitaba mirando aquella vidriera con productos inaccesibles para mi status de estudiante.
Y pasé por la puerta del correo, lo recordé a Gastón vendiendo artesanías y yo acompañando con mis dibujos.
Al frente “Il Postino”, en el que guardo miles de desayunos con mis frívolas amadas de diseño.
En 7 años no había notado la impronta que tiene en mí la “25 de Mayo”. Kilómetros de huellas de todos mis calzados dejé ahí. Y hoy la caminé y en cada bache, que aún permanece, en cada media cuadra, en cada esquina me encontré. Siendo esa estudiante conflictiva que odiaba la ciudad que tan mal me recibía.
Y de repente llegó el recuerdo de Homero con nuestros paseos a la madrugada tras una lluvia tucumana, con un helado para él y otro para mí.
Después de dos años de no vivirla, hoy me encontré. Y vislumbré gotitas de recuerdos felices que desconocía que tenía guardado en alguna cajita de mi primitiva memoria. Y amé Tucumán. Fue un golpe con toneladas y toneladas de recuerdo. Sonreí, levanté la cabeza, disfruté dando mis largos y toscos pasos. He cerrado una deuda, he curado una herida. Tucumán ya no duele.

Volver

El regocijo ha vuelto. Sólo necesitaba un poco de aire fresco, dos diálogos con mi cuñada, verla a mi hermana accionar como madre de mi padre, mía, de mi hermano y de sus hijos, percibir la ternura oculta de mi hermano, pegarnos dos gritos con Boly, comer pizza, ver jugar a los perros y disfrutar de la vida de mis sobrinos.
He vuelto a reír despreocupada.

11 de marzo de 2009

Basta ya

Qué le pasa a la gente loco! Quiero que la cajera del supermercado me diga HOLA, aunque su trabajo sea una mierda y esté cansada.
Estaría copado que el remissero diga GRACIAS, aunque más no sea una vez al día.
POR FAVOR, PASE USTED. Eso no es ser caballero, es ser gente. Un mínimo de empatía mierda!
Necesito relajarme en la cola del banco, del súper sin que un desconsiderado del orto intente colarse.
Tanta civilización nos hizo mierda. Basta de meternos el dedo en el culo ante el descuido.
Si me olvido el celular devolvémelo. ¡El agradecerte vale más!
¡Yo necesito una sonrisa! Mi vida es un quilombo, sin embargo me esfuerzo por hacerte sentir bien.
¡Sonreíme! Son 14 músculos nada más y me vas a alegrar el día.
Basta loco de andar narcotizado, paranoico. Yo no te quiero cagar.
¡Ya está! Dejá de buscar traidores. La queja sin propuesta es una pérdida de vida.
Y no se trata de ignorar la miseria. No hay monedas, los de la Nación están mal medicados, la inseguridad es más (mucho más) que una sensación, el sueldo no alcanza. Lo sé, vivo en el mismo planeta que vos. Pero de qué sirve hacerme sentir como el orto. Si me caigo, cagate de risa, pero ayudame a levantarme.
HOLA, POR FAVOR, GRACIAS. Es simple, básico.
Quiero dejar de pensar que cuanto más me topa la gente, más quiero a mis perros.
Hagamos de este un mundo habitable. No quiero que sea el infierno de otros planetas.

(Repetilo conmigo: HOLA, GRACIAS, POR FAVOR)

10 de marzo de 2009

Mi padre el todólogo

(Permiso, otra vez voy a ser cursi)



Arquitecto, diseñador, comunicador, periodista, sociólogo, contador público nacional y médico si las circunstancias se lo permiten.
Ególatra ante todo. Una voz gigantesca, con la potencia del líder y fuerte cual dictador. 60 inconfesables años.
Dibuja, inventa, delira. Se come las horas planeando. Gritando que no lo dejan.
Alto, con un garbo tan inglés y picardías chabacanas.
Necio que se envuelve en interminables discusiones, donde gana el que grita más fuerte.
Diseña casas, planea soluciones mundiales, suma calcula resta, siempre con déficit como resultado. Grita que le roban. El mundo se complota para que él carezca.
Adolece más de medio siglo. Se emborracha los viernes y sábados. De lunes a jueves sólo trasnocha.
Superficial. Tiene la certeza de que todas las mujeres aman su cuenta bancaria, de la que ni siquiera recuerda el número.
Cuenta dinero, lo organiza. Vuelve a contar, mientras grita que es indispensable.
Caritativo ante todo. Pega su pasaje al paraíso en cuotas dando limosna, porque si bien “Dios es un hijo de puta”, espera en el futuro sentarse a su diestra.
Es mi antihéroe favorito. Mis párpados acusan seis arrugas (tres por ojo). Su piel, en cambio, luce tersa, fresca, recién llegada de unas eternas vacaciones.
Es el modelo perfecto de hombre que no quiero para mi vida.
Sin embargo, diseño por él, dibujo por él, escribo por él. Admiro su garbo y si desfachatez para olvidar compromisos, cumpleaños y nombres (inclusive el de sus hijos).
Y conjuga tan bien el verbo “estar”.
Lo amo cuando lo recuerdo. Lo odio cuando lo escucho.
Boly a secas, jamás papá. Eso le queda chico.
Porque este sujeto es motor, es pasión (de la más primitiva). Es el que nutre (entre delirios, cuentos y dibujos) a la familia.
Boly. Y el recuerdo queda henchido al hacerlo presente. Mi Boly el todólogo.