Con una soledad insoportable, una cama gigante, un pasado vincular reciente y otro lejano que no tolero. Un muerto que casi está instalado en los hechos que trascienden lo onírico. Un último abandono que no me deja sentir. El fin de la esperanza. No soy lo que era, lo que me gustaba ser.
Era la que se reía mostrando todos los dientes, la que creía en las personas, la que amaba hasta la locura sin temor a equivocarse, la que le gustaban los besos sin mesura, la que se aventuraba en absurdos con orgullo. Ya no soy eso. Me extraño.
Lo mejor es cerrar.
Cerramos por derribo.
Gracias por venir.
Ha sido un placer.