16 de abril de 2009

Historia de un cobarde

Con Darío, X experimentó su plexo solar. En él encontró, en su medida justa, dos ingredientes que X no suele mezclar: Amor y sexo.
Fue un vínculo que le dio a X paz y luego le rompió las ilusiones. 600 kilómetros los separan, nada es fácil para X.
Esta es la crónica de un sujeto que aún teniéndolo todo se cagó.
La primera vez que lo vio cruzando aquella puerta, X sintió una eximia ternura y se enamoró, simple y cursi. Pensó que aquel era el sapo indicado.
Darío en cambio, percibió a una bestia capitalista voraz, sintió que el precio de la tranquilidad y el cariño era pasar un tiempo con X. La idea lo abrumó y se fue a la mierda. No sin antes quererla, quererse y mucho.
Ese fue el primer capítulo de la historia del cobarde.

Un año después Darío llamó. El enojo es una constante en X y el resentimiento la consecuencia para quien le provoca un sufrimiento. X no lo atendió, el espacio que él ocupaba ahora estaba plagado de rencor. Sin embargo encontró lo que quedaba de un sujeto embebido en alcohol tras el rechazo. Lo ayudó, mas no entendió porqué había vuelto, simplemente porque ya no había lugar para él.
Este fue el segundo capítulo de la historia del cagón, ahora pésimo comunicador.

Dos años después X lo había dejado libre. Lo perdonó. X estaba herida, había conseguido trabajo en la provincia de Darío y lo llamó. El atendió, pero había encontrado un reemplazo, una réplica de lo que había sido X.
Darío propuso sexo, ya no amor. X pensó que era un cabrón y accedió, pero ya no lo amaba.
Éste fue el tercer capítulo del cobarde cabrón.

Pasó un año. Darío no era más que un remoto recuerdo en la mente de X y uno más del montón que se había encontrado en la cama. X volvió, Darío tiene fecha de mudanza con la réplica. X disfrutó de tener recuerdos compartidos. Quedaron de acuerdo en que la vida es un eterno desencuentro y Darío habló cuando tenía que callar. Así comienza el cuarto capítulo de esta historia.
D: A veces uno toma decisiones incorrectas.
X: (Piensa en las botas verdes que se comprará) Ah, sí. Son riesgos que se corren.
D: Pero yo te volví a buscar.
X: Ah?, cuándo?, Qué?, cuáles botas?.
D: Vos estabas con alguien, y me pediste que no te llame.
X: (Piensa: Yo hice eso?. Qué memoria de mierda, rencorosa) Cara de póker.
D: Me pasan cosas siempre que te veo. Pero no soy para vos, soy conformista y vos demasiado ambiciosa. Yo solamente quiero una familia, un hijo, una vida tranquila. Vos quieres más.
X: (giró la cabeza y masculló de manera inaudible) Cagón.
D: Qué.
X: Tomá este tren que es el último, estás viejo, gordo, pobre y sos un cobarde.

X se derrumbó. La línea que sostiene su cordura emocional es muy delgada.
Un día después, Darío se acobardó nuevamente. X explotó, gritó ante la injusticia, la cobardía y con un alarido atrapado entre los dientes dijo que esto no es lo que merecía. Darío pidió disculpas. Pero el daño se había instalado.
X comenzó a desandar los 600 kilómetros con la certeza de que no se merece un cagón y sintiendo que nunca se tendrían que haber separado.

5 comentarios:

Lorena dijo...

Qué descripción más acertada de la Fer que yo conozco. Pero, también, qué descripción más acertada de un cagón. ¿Hay algo más bochornoso que la cobardía?

Fernanda. dijo...

Jajajaja... acaso insinuas que soy una bestia voraz materialista frívola rencorosa resentida enojona ambiciosa? jajajaja. Lo confieso. Cómo me estoy riendo recordando escenas en las que me viste haciendo gala de mis cualidades. Me dechabaste Lore.
Y no existe ser más despreciable que el cagón y el traidor.

Por cierto Lore, tengo el corazón roto, pero las botas verdes me quedan divinas.

el Rafa dijo...

Usted lo dijo señorita, nada mas bochornoso que un cobarde.
Silvio Rodriguez dijo, sabiamente,: la cobardía es asunto de los hombres, no de lo amantes. Los amores cobardes no llegan a historias...

Fernanda. dijo...

Mi querido desconocido, su mensaje fue esclarecedor. Es inimaginable una aventura (cualquiera sea el vínculo) con un cagón. Gracias. Beso

el Rafa dijo...

Su cariño me sonroja y es reciproco. Los cobardes sirven solo para hacer bulto en los actos políticos por "el pancho y la coca".