29 de abril de 2009

Quisiera




Quisiera conocer personas que no les preocupe mi edad ni mi profesión.
Quisiera conocer personas que esperen mi llegada con alegría.
Quisiera conocer personas en las que pueda percibir el amor en la mirada.
Quisiera conocer personas que sepan que necesito un abrazo y me lo den sin pedirme explicaciones.
Quisiera conocer personas que no mientan que me entienden.
Quisiera conocer personas que les guste dormir acurrucadas dándome apenas espacio para respirar.
Quisiera conocer personas más parecidas a mi Bruno Alberto y… no, mejor que no se parezcan a Federica.

Seamos más animales.


Feliz día.

24 de abril de 2009

Mis 15 más deber para la casa

Fuí una de las elegidas de Word (http://notengoelword.blogspot.com/) para contar 15 actividades, sensaciones (no especificaba) que me producen felicidad. La consigna decía que debían ser abstraídas de lo cotidiano.
Estas son mis 15.

1- Dormir cada noche profundamente, descansar en paz sintiéndome segura.
2- Sentirme sana.
3- Tener intactas mis ganas de amar.
4- Mantener la esperanza de conocer a personas decentes jajaja.
5- Caminar mirando a la gente e imaginando situaciones con respecto a sus vidas.
6- Tener un trabajo que me apasiona y estudiar con la misma intriga de la infancia.
7- Los mediodías en el diario, almorzar con las chicas, acompañarnos y sentirnos queridas.
8- Llegar al diario y leer toneladas de diarios, textos y cualquier cosa que tenga letras.
9- Dar un servicio y colaborar aunque sea mínimamente con la gente.
10- Preservar mis amigas de la adolescencia. Disfrutando de pequeños encuentros sin grandes excesos.
11- Llegar a la noche a mi casa, encontrar todo ordenado y comida en el freezer.
12- Tener a mi familia cerca, viendo crecer a mis sobrinos.
13- Disfrutar de los juegos con los salchichas. Y los abrazos del Bruno Alberto.
14- PLANEAR cada cosita del después: mis próximas vacaciones, la ropa que me pondré mañana.
15- Leer de a varios libros juntos, tirada en la cama, escuchando despacito Sabina, sabiendo que nadie me interrumpirá.


(Costó, la queja sale más fácil).

La otra parte de la consigna era pasarlo a 6 personas. Éstas son mis elegidas. Ponganlé onda, me pareció un juego divertido.



El Rafa (http://finalmentetengounblog.blogspot.com/)
Lore (http://actrizdereparto.blogspot.com/)
Martina (http://martinadelacroix.blogspot.com/)
Sweet Caroline (http://locodulcedeleche.blogspot.com/)
Eme (http://insomnecronica.blogspot.com/)
Juanjo (http://juanjodominguez.blogspot.com/)




22 de abril de 2009

La propuesta

X pide a gritos fiesta. De esas que nunca faltaron en su juventud. Aventuras, ya que le fascina construir historias aunque muchas la terminan hiriendo, y con lo verosímil no le alcanza.
Hace meses que busca una invitación, de esas pecaminosas, de las que le generan culpa, y la saborea. Suele gritar que no quiere ser una vieja como sus compañeras del diario.
Y hoy, Beto invitó. X dudó. Como jamás sucedió.
Beto prometió que es lo que X necesita. Él le llama motivación, X le dice vivir.
Pero dudó: que la Salchicha mayor se pone triste y flaca, que la salchicha menor es chiquita para quedarse sola, que la pueden correr del laburo, que el dinero, que el viaje es cansador, que cuando vuelva las tareas se amontonan, que viajó hace dos semanas. Y tiene miedo, como nunca antes.
X era de las sujetas que vivía con dos mangos anhelando vidrieras en un pequeño departamento con un bolso listo al lado de la puerta. Y no está segura de sentirse plena con el personaje que construyó ahora. La frivolidad, la tranquilidad económica y el mantenerse protegida en su castillito la brinda confort, pero el cosquilleo de la fiestera casi olvidada la perturba.
X nunca antes dudó ante la aventura. Nunca dijo: “lo voy a pensar”. Y ahora, además de dudar si es tiempo de huir, cavila por no sentirse segura con lo que es.

Un lugar bonito

Mi segundo lugar favorito en el mundo. La rivera del Río Dulce.



A los lejos, el puente carretero.








18 de abril de 2009

Señor, confieso que he pecado I


Ni siquiera estaba apurada, sólo padecía un poco de mal humor. Estaba haciendo mis odiosas compras de solterona en el supermercado, mientras caminaba hacia la línea de cajas divisé a una Señora que habrá tenido 40 años más que yo. Ambas caminábamos hacia la misma caja.
En un acto de egoísmo, apuré el paso y le gané el lugar en la caja rápida.
Qué desconsiderada, confieso que he pecado.

17 de abril de 2009

Diez razones para escribir

No siendo escribir una actividad normativa ni científica, no puedo decir por qué ni para qué se escribe. Sólo puedo enumerar las razones por las cuales creo que escribo:
1- Por una necesidad de placer que, como es sabido, guarda relación con el encanto erótico;
2- Porque la escritura descentra el habla, el individuo, la persona, realiza un trabajo cuyo origen es indiscernible;
3- Para poner en práctica un “don”, satisfacer una actividad distintiva, producir una diferencia;
4- Para ser reconocido, gratificado, amado, discutido, confirmado;
5- Para cumplir cometidos ideológicos o contra- ideológicos;
6- Para obedecer las órdenes terminantes de una tipología secreta, de una distribución combatiente, de una evaluación permanente;
7- Para satisfacer a amigos e irritar a enemigos;
8- Para contribuir a agrietar el sistema simbólico de nuestra sociedad;
9- Para producir sentidos nuevos, es decir, fuerzas nuevas, apoderarse de las cosas de una manera nueva, socavar y cambiar la subyugación de los sentidos;
10- Finalmente, y tal como resulta de la multiplicidad y la contradicción deliberadas de estas razones, para desbaratar la idea, el ídolo, el fetiche de la Determinación Única, de la Causa (causalidad y “causa noble”), y acreditar así el valor superior de una actividad pluralista, sin causalidad, finalidad ni generalidad, como lo es el texto mismo.

Roland Barthes.

16 de abril de 2009

Historia de un cobarde

Con Darío, X experimentó su plexo solar. En él encontró, en su medida justa, dos ingredientes que X no suele mezclar: Amor y sexo.
Fue un vínculo que le dio a X paz y luego le rompió las ilusiones. 600 kilómetros los separan, nada es fácil para X.
Esta es la crónica de un sujeto que aún teniéndolo todo se cagó.
La primera vez que lo vio cruzando aquella puerta, X sintió una eximia ternura y se enamoró, simple y cursi. Pensó que aquel era el sapo indicado.
Darío en cambio, percibió a una bestia capitalista voraz, sintió que el precio de la tranquilidad y el cariño era pasar un tiempo con X. La idea lo abrumó y se fue a la mierda. No sin antes quererla, quererse y mucho.
Ese fue el primer capítulo de la historia del cobarde.

Un año después Darío llamó. El enojo es una constante en X y el resentimiento la consecuencia para quien le provoca un sufrimiento. X no lo atendió, el espacio que él ocupaba ahora estaba plagado de rencor. Sin embargo encontró lo que quedaba de un sujeto embebido en alcohol tras el rechazo. Lo ayudó, mas no entendió porqué había vuelto, simplemente porque ya no había lugar para él.
Este fue el segundo capítulo de la historia del cagón, ahora pésimo comunicador.

Dos años después X lo había dejado libre. Lo perdonó. X estaba herida, había conseguido trabajo en la provincia de Darío y lo llamó. El atendió, pero había encontrado un reemplazo, una réplica de lo que había sido X.
Darío propuso sexo, ya no amor. X pensó que era un cabrón y accedió, pero ya no lo amaba.
Éste fue el tercer capítulo del cobarde cabrón.

Pasó un año. Darío no era más que un remoto recuerdo en la mente de X y uno más del montón que se había encontrado en la cama. X volvió, Darío tiene fecha de mudanza con la réplica. X disfrutó de tener recuerdos compartidos. Quedaron de acuerdo en que la vida es un eterno desencuentro y Darío habló cuando tenía que callar. Así comienza el cuarto capítulo de esta historia.
D: A veces uno toma decisiones incorrectas.
X: (Piensa en las botas verdes que se comprará) Ah, sí. Son riesgos que se corren.
D: Pero yo te volví a buscar.
X: Ah?, cuándo?, Qué?, cuáles botas?.
D: Vos estabas con alguien, y me pediste que no te llame.
X: (Piensa: Yo hice eso?. Qué memoria de mierda, rencorosa) Cara de póker.
D: Me pasan cosas siempre que te veo. Pero no soy para vos, soy conformista y vos demasiado ambiciosa. Yo solamente quiero una familia, un hijo, una vida tranquila. Vos quieres más.
X: (giró la cabeza y masculló de manera inaudible) Cagón.
D: Qué.
X: Tomá este tren que es el último, estás viejo, gordo, pobre y sos un cobarde.

X se derrumbó. La línea que sostiene su cordura emocional es muy delgada.
Un día después, Darío se acobardó nuevamente. X explotó, gritó ante la injusticia, la cobardía y con un alarido atrapado entre los dientes dijo que esto no es lo que merecía. Darío pidió disculpas. Pero el daño se había instalado.
X comenzó a desandar los 600 kilómetros con la certeza de que no se merece un cagón y sintiendo que nunca se tendrían que haber separado.

8 de abril de 2009

Tibia oscuridad. Cenizas sin dueño.
Uno más parte a un viaje sin fin, pero se queda. Sólo su alma se transporta. Viaja a mundos clandestinos, censurados por el ahora.
Cigarrillo número siete encendido, el humo nubla la visión…su alma transita, su cuerpo sufre…tolera la negligencia de ser en un tiempo y un lugar errado. Aún posee la magia de hacer volar su alma, elevarse al más allá lejano, pero cercano. Su cuerpo inerte espera el regreso, debe seguir viviendo: alma y cuerpo, uno solo.
El mundo no le permite elevarse, por eso en pequeños instantes logra disociar y darle oportunidad al alma de ser, ser verdaderamente libre, sin ataduras de formalismos, convenciones. Estúpidas arbitrariedades de un mundo sin confines, reglado por quién sabe quién.
El alma regresa, le describe paisajes desconocidos, tiempos sin tiempos…

Ser y poder

Deseaba ser una erudita. Se regodeaba ante el reconocimiento público que aplaudía su inteligencia. Consumía libros, quería ser interesante, sabia.
Pretendía un lugar entre los mejores. Le gustaba ser reconocida como capaz, muy capaz. Quería escribir, ser la escritora recordada por milenios, sin embargo la blancura de la hoja la apabullaba.
Intentaba conocer otros mundos, todos los otros mundos, ya no le bastaba con ser una bienpensante del más acá, pero es que tarde comprendió que estrella y genio se nace.
Mucho tardó en intuir que el papel en blanco para ella era sólo papel inmaculado. La virginidad de la hoja no se dejaba corromper por las ideas de esta mujer-niña-nada, ideas nada.
En ocasiones le molestaba no poseer estrella, no poder erigirse en genio. El lápiz no bailaba por la hoja, no lograba crear hallazgos, sus escritos eran menores, no malos; sólo mediocres. ¿Sólo mediocres?, cómo le molestaba el enunciado: mediocre, sentía morir al oírlo dirigirse a ella.
Llegó a odiar al lápiz y a la hoja caprichosa que no le permitían pronunciarse.
En noches de depresión (siempre sucedía a la noche) se deleitaba al creer que ésa hora, junto a ése estado, era ideal para dar vida al lápiz. Nuevamente intentaba la proeza de crear un relato, una narración, un algo digno. Reiteradamente se zambullía en la nada de su ninguna idea.
Abandonó la religión, consideraba que era el “Opio de los Pueblos”, ella no permitiría ser oprimida por ideas para personas incapaces de buscar salida en tremenda sandez. ¡No!, ella podía más, el Cristo crucificado no le daría acceso al saber.
Nunca destruía un relato, con seguridad valdría en otra ocasión…cuando la inspiración emergiera de ella.
Pero la inspiración no era más que un anhelo, que nunca pudo parir.
Pese a que el amor siempre desencadenaba en desamor y la hacía partícipe del misterioso país de las lágrimas, ella estoica, soportaba la derrota, creyendo que así encontraría a su tan deseada musa. Sólo se reunía con el dolor, se inmiscuía en la herida hasta convertirla en incurable, pero creía que eso sería justificado con un gran escrito. Nunca lo logró. Las cicatrices aún sangran.
Esta mujer-niña-nada hoy optó por renunciar a pugnar contra sus no ideas, con el capricho del lápiz y la soberbia del papel. Ella a veces lo busca a ese Dios, después de todo, descubrió que el opio hace soportable la vida. La mujer-niña-nada rechaza seguir viviendo amores devenidos en desamores a cambio del dichoso escrito mayor.
Hoy disfruta de la paz y la comodidad del bienpensante, claro que a veces cavila y su pequeño escritor interno le aguijonea la cabeza. Es en ése instante (maldito, por cierto) en que de nuevo toma el lápiz y la hoja, con la vana (o no) expectativa de domesticarlos.

(Vocación)

Cuando era menos grande quería curar animales, la idea se fue deshojando cuando me enteré de que no era apta para entender de procesos químicos. Entonces quería ser grande, suponía que papá siempre estaría conmigo. Pero sabía que no podíamos estar juntos, Tucumán fue una excelente opción para irme de mi casa y seguir cerca.
Hace casi una década ya descreía tímidamente de la tan mentada vocación, y cuando tuve que decidir qué iría a hacer fuera de mi casa, tan lejos pero cerquita, opté por lo sencillo, descarté y quedó mi pasión por la lectura y la historia. Letras parecía ser el camino más seguro, pero me acobardó la institución pública, preferí ser un número con un signo pesos adelante antes que ser sólo un número. Y me inscribí en Comunicación Social, de la que sólo me importó el tener grandes cantidades de horas de historia y “lengua” ja.
Mi universo estaba integrado por el cariño hacia los animales, la ropa y mi minúsculo grupo de seres amados. Tucumán parecía ser la dirección del crecimiento y sobretodo, la forma de despegarme de mi familia y sus conflictos. Vivir sola no sería problema, pues ya había ejercido el papel tan odiado de pseudo ama de casa.
Todo marchó excelentemente, salvo por el hecho de lo mucho que me cuesta socializar, de cuánto me gusta llorar, de lo conflictiva que soy, de armar valijas y querer volver a mi casa, de separarme de todos mi nuevos amigos, salvo eso, la carrera marchó muy bien.
El problema era que no me interesa la idea de ser periodista, yo sólo quería leer y enterarme. Me recibí, porque jamás abandono (simple capricho, nada de tenacidad). Y había otro inconveniente, avisarle a papito que pese a tener los títulos el ejercerlos no estaba entre mis ideas y después de cuatro años había descubierto la vocación negada. La intelectual malcriada quería vestir muñecas y ahogada entre sollozos no quedó otra que avisar.
El hombre de la casa, el dotor (mi hermano) sólo hizo una mueca, de esas que odio, la madre de la familia (mi hermana) gritó a los cuatro vientos que era una malcriada que nada me costaba en la vida, Boly (el que debería ser el padre) gritó un poco más y fuerte (como siempre), pero accedió (como siempre). La nena que había pasado los 20 años quería empezar de nuevo y se inscribió en diseño de indumentaria. Las burlas fueron numerosas.
Con grandísima tenacidad aprendí a dibujar, a diferenciar a Kandinsky de Monet (esa es fácil), el puntillismo del dadaísmo, me derritieron la intelectualidad a fuerza de laburo. Aprendí lo que significaba el insomnio, el dolor de espalda, el NO y otro NO de nuevo. Y me enamoró. Las ojeras y las manos sucias se hicieron una constante. El mundo femenino se me presentaba y yo maravillada lo contemplaba. Ejercí desde la primera semana del cursado. Todo lo aprendido de niña en la casa de mi abuela vino a la memoria, tejer es como andar en bicicleta. Ya no me embebía en los dramas familiares, ya no corría para consolar a papito, ya no quería ser una intelectual. Amaba mi mundo femenino mis lápices de colores y las telas cubrían los libros, Homero se divertía devorando sabrosos lápices. Y me encontré siendo feliz.
Hice mi primer vestido. Lo amé, lo odié.
Mientras tanto reciclaba zapatos.
Me enseñaron que el trabajo en equipo es productivo.


Tejía cual personaje del realismo mágico y de tanto tejer armé otro vestido.

Y un día compré mi taller.
Quise vivir vistiendo a mujeres. Tuve dos socias y perdí dos amigas.

Y un día volví a Santiago y nada volvió a ser lo que era.

4 de abril de 2009

De la vez en que X lastimó




A sus 20 y pico X dijo basta. Había probado al alto, al bajo, al gordo, al flaco, y sentía que cada uno se había llevado una parte de ella. X estaba vacía.
Recordó cuánto había llorado por esos cabrones y se rehusó a ser aunque sea rozada por un exponente del género masculino.
X había dicho basta.
Fue hace cuatro años, quizás tres. X paseaba por una galería de arte, Jackie era hermosa, andaba por los 40 y conservaba la piel tersa, castaña, el pelo azabache y los ojos como la miel.
X jugó su juego favorito: sedujo y se dejó llevar. X sabía que se estaba mandando una cagada, pero no le importó.
Usó todas las tácticas y estrategias que los hombres le habían enseñado. X enamoró a la bella arquitecta.
X estaba jugando y se olvidó cuánto duele romper el corazón de una mujer. Y rozó esa piel, olió ese cuello, Jackie estaba extasiada y X se aburrió del juego. La dejó como tantos lo habían hecho con ella.
X palpó el desengaño que había provocado, no le importó. X fue un gran seductor y una mala mujer. Sin embargo, las circunstancias ya se encargarían de ella.