8 de febrero de 2012

Tomás.








“Tía, ¿y si me muero?”
Tomás me ayuda a armar las vidrieras. Adora vestir a Carmela, el maniquí.
Tomás tiene la certeza de que soy bella. Dice que sus mujeres favoritas lucen como yo.
Tomás dice que me extrañó “un millón de mucho” cuando volvió de sus vacaciones.
Él disfruta su estadía en mi taller de costura. Elige los harapos más luminosos y se construye vinchas y mordazas.
“Mirá, puedo atarme esta tira en el cuello y morirme. Si me muero voy a poder estar con todos los perritos que la gente mata. Hay mucha gente mala en el mundo”.
Tomás tiene la voz más dulce del universo. Habla bajito, como si siempre quisiera decirte un secreto.
Tomás me llena de dibujos con mundos fantásticos.
Al igual que yo, adora a los animales.
Cuando aquella primera frase golpeó mis oídos sentí, por segunda vez en mi vida, que se destrozaba mi corazón. El pensar que mi niñito no esté me partió el alma.
Si vos te morís yo te voy a extrañar tantísimo que cualquier medida es chica. El mundo necesita niños como vos. Además sos lo que más amo.
“Yo también te amo. Está bien, tía Fernanda, no me voy a morir así me quedo con vos”.

2 comentarios:

Salada dijo...

Es un divino tu sobrino! Las mejores frases del mundo son las que nacen de los niños.

Te sorprenden, te ponen feliz, te ponen triste, te conectan con lo que vos sos en realidad...

Grande Tomás!

Fernanda. dijo...

Mi sobrino es un sueño. Cada vez que abre la boca me genera felicidad, hasta cuando hace berrinche me parece una ternura.
Gracias por venir.
Beso!