14 de enero de 2009

¡Papá, comprame un novio!

Complicado ser mujer en el siglo XXI, en Santiago del Estero. Tanto o más, como lo fue en la edad antigua, en la feudal, en la guerra o quizás como lo será por el resto de la historia.
Freud teorizó sobre la histeria, pero con eso nada solucionó, sólo logró que germinen chistes y burlas que incluían ahora al útero, que no tiene culpa de haber nacido dentro de una hembra.
La liberación femenina no hizo más que crear nuevos problemas para una raza que aún no comenzaba a nacer.
Cocó Chanel destapó rodillas, y con ello los acosos se acrecentaron, los pervertidillos comenzaron a pulular.
La revolución hippie hizo creer que a las mujeres nos place el sexo libre, y ¡no señores!, las mujeres queremos amor. Si, si, si, de niñas dibujamos corazones pintados de rojo carmesí o del rojo que tengamos a mano, nunca dibujamos pitos ni gente fornicando.
En los baños escribimos mensajes de amor, a un no sé quién platónico. Por qué platónico!. En este mundo en que se nos hace creer que todo es asequible nada lo es.
La soledad tenía que ser femenina nomás. Maldito reconcomio que nos acompaña cual sombra siniestra, cual perro guardián… pero cómo explicarles que queremos amor y no mascotas.
El siglo XXI logró que nosotras, estas pobres Venus sin vello púbico escondamos lo que sentimos, por temor a ser tildadas de blanditas, de boludas.
Pretenden que confesemos que nos masturbamos, que nos tiramos pedos, que amamos los eructos, y si al fin de cuentas lo asumimos somos unas fétidas sin educación. Pero qué es lo que pretenden queridos caballeros?
Lograron crear un personaje de la mujer ideal, pero qué mierda se creen…las petisas, gordas, bigotudas quedamos fuera de ese proyecto, y lamento informarles que también a nosotras, las feas, nos habita el sentimiento del amor. Y nos tenemos que quedar con el más boludo de la jauría para no ser acompañadas por la maldita soledad, o bien, enganchamos algún ingenuo y nos jodemos para todo el viaje.
Yo no quiero liberación, no quiero ser una frígida, no pretendo cargar con esta histeria y jamás asumiré que me tiro pedos, así que: ¡papá, comprame un novio!. Quiero uno ideal: alto, rubio, ojos azules o morocho y cabrío, con dinero, proyectos, carrera, paciencia, dulzura y una excelente familia con honores. Eso quiero papá para mi cumpleaños: un hombre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aplausos!!! nada más cerca de la realidad que lo que acabo de leer.
Qué injusticia que una, por tener kilos de más, tenga que conformarse con un bajito que conjuga mal los verbos.
Yo tambien quiero que me amen.

Fernanda. dijo...

Anónima: Deberíamos hacer una cruzada en contra de los superficiales! jajajaja. Y no, no nos conformemos con los que conjugan mal los verbos, esos no tienen solución.