30 de noviembre de 2008

¿Elegir qué?


Santiago del Estero. Elecciones a gobernador, vice, diputados, comisionados.
Elecciones cantadas. Una mierda.
Mi persona vota porque quiere aportar y porque necesita renovar el pasaporte.
En aquella mesa sentí igualdad, como nunca antes. La madre de 12 hijos, la que no terminó el secundario, la mantenida, la vividora, la universitaria, todas en la fila. Algunas con el mismo fin. Otras votando por una bolsa de azúcar, algunas con la ilusión del voto castigo al ver que el poder se acumula en los bolsillos de uno solo, y unas pocas, con la esperanza del cambio. Un cambio no propuesto, en un pueblo al que no lo dejan ser ciudad.
Al menos el termómetro no gritaba 50 grados y la gota gorda no rodó.
La democracia murió en alguna Ágora de antaño, tengo la certeza, sin embargo sigue molestándome (como siempre) la mentira que dice que el poder reside en la totalidad de sus miembros. Déjense de joder. El poder reside en el sujeto que contrató la totalidad de remisses de la ciudad a los que empapeló con su apellido. El poder reside en él y brota de él.
El payaso de Flor Randazzo ya anda dando vueltas al igual que algunas otras figuritas nacionales.
Las cuestiones políticas jamás me perturbaron. Mi trabajo se queda en la oficina. No discuto, no peleo por una posición, que ni siquiera tengo. Soy la heredera de los desaparecidos, pertenezco al grupo de jóvenes que creció con padres en la moda del divorcio, alejados de las soluciones en los bares de café. Simplemente una posmoderna. Con los ideales muertos. Sin embargo, ver cómo la gente se deja meter el dedo en el culo me jode. Hacer fila con la madre de 12 hijos, con la capacitada sin laburo, con la inútil del sistema me puso en igualdad de condiciones; no lo suelo pensar sólo porque habito un cubículo al que no dejo entrar al mundo, pero hoy fue distinto. Esas mujeres además de compartir la inicial del apellido eran iguales a mí y me jode. Me jode que se les coarte la chance de elegir, porque esto fue una parodia. Un escenario armado, simples formalismos en los que se invirtió una gran cantidad de dinero, como un película de yankilandia para que el final sea feliz para unos pocos, mientras que la madre va por el hijo 13, la capacitada se frustra y la inútil no sabe qué mierda hacer. Este es un show, que ya no quiero mirar.

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